Investigación sobre el Dispositivo de la Presentación de Enfermos. Sección Guatemala.
Diana Ortiz M.
“Si situamos el punto en otro lugar del plano, aparece la expresión. De acuerdo a la ubicación que el punto tenga sobre el plano tomará una tonalidad diferente. Repitiendo el punto y cambiando su tamaño y forma podremos alcanzar diferentes sonoridades visuales”.[1]
Vassily Kandinsky
La lectura del párrafo provocó dos resonancias relacionadas a lo que como practicantes somos convocados a una sola entrevista clínica, dentro del dispositivo de la presentación de enfermos
Primera resonancia: Si situamos el punto en otro lugar del plano, si el analista se sitúa separado del discurso psiquiátrico, en otro punto de lo que es el plano de la psicosis hospitalarias, como tal, aparecerá la expresión, un sujeto que recupera el hablar, desplazado de la posición de objeto, eso de lo que el discurso médico acalla. Repitiendo el punto y cambiando su tamaño y forma podremos alcanzar diferentes sonoridades visuales, es decir, su singularidad propia del testimoniar del psicótico, lo cual es del orden del encuentro.
Segunda resonancia, metaforiza el rasgo de investigación sobre la cual conversar hoy:
Teniendo en el horizonte que la Entrevista no obedece a algo que se decide previamente, no hay reglas, es como lo que dice Lacan es del orden del encuentro, comporta la aleatoriedad, la tyché. Sin embargo quisiera plantear -me parece -que tampoco se trata de ir a ciegas. Lo relacionaría con la docta ignorancia.
Sitúo el punto de investigación en: ¿Que huella, rastro, orienta a un analista si es que la hay, en el plano de la psicosis en una única entrevista? Donde pone el punto para que aparezca la expresión. ¿Cómo no perderse en un interrogatorio, y delirar con el paciente en esas derivas imaginarias?, ¿que nos orienta? ¿Podemos tener puntos de lanza a ubicar, de ser posible en el caso? Pensaría inicialmente en algunas puntuaciones:
En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica Jacques-Alain Miller dice: “La presentación de enfermos constituye evidentemente un dispositivo adecuado para el sujeto psicótico para testimoniar sobre las transformaciones que experimenta y sobre la elaboración que esboza” [2]Primer punto: Testimoniar sobre… permite entender la orientación de qué se trata a la hora de interrogar al paciente. Coloca en escena a un “analista, receptor de ese decir y sumiso a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo“, la posición de Lacan de no comprender, y que soporta y da soporte a la puesta en marcha el encuentro. Que repitiendo el punto y cambiando su tamaño, no comprendiendo, insiste y provoca la movilización de las elaboraciones de ese sujeto. Guy Briole lo
[1] Kandinsky, V., Punto y línea sobre el plano. Contribuciones al análisis de los elementos pictográficos. Paidós, Bs. As., 1926.
[2] Miller, J-A. Elogio a la presentación de Enfermos. Los inclasificables de la clínica. Paidós, Buenos Aires, año 2005. P. 34.
dice así: “No se trata, pues, de hacerle callar, sino no dejarlo en su autismo, es decir, se trata de animarlo. Es ir contra la corriente que lo empuja a radicalizar su separación del Otro y de los otros”[1]

Kandinsky, V. La línea transversal.
Graciela Esperanza toma a propósito del afiche de difusión de la actividad de la Delegación, en él se reproduce un cuadro de Kandinsky, y refiere que es muy adecuado para el tema que se va a trabajar durante todo un año: “Psicosis: clásicas y modernas”, se trata de la reproducción de un cuadro que se llama La línea transversal.
Ella toma dos aspectos de la pintura, referido a la línea transversal. El cual les quiero compartir ya que pone sobre la mesa. “Por un lado, encontramos esa diagonal en el esquema I que Lacan que trabaja como siendo la solución del caso Schreber en “De una cuestión preliminar…” cuando a ubica a la doble asíntota en la unión del yo delirante con el otro divino. Ese esquema desmiente que el estado terminal de la psicosis sea un caos, por el contrario manifiesta “… esa puesta a luz de líneas de eficiencia”, que será́ calificado por Lacan como un problema de solución elegante. [2]

En esa línea tenemos también a la diagonal de Cantor, [4] este descubre lo que en matemática se llama el continuo matemático, lo que Cantor plantea es que a diferencia de los números naturales -donde se progresa por saltos y siempre hay un espacio entre uno y otro-, entre el cero y el uno, que es un conjunto limitado, hay una cantidad infinita de números. Él dibuja una diagonal que representa que en este conjunto de números que es limitado no hay ningún número que sea igual a otro. Se considera a esta demostración de Cantor como sencilla y elegante, es el mismo significante -”elegante”- el que es utilizado por Lacan en el esquema I, pero además, tratándose de la psicosis en su máxima singularidad, es decir en el punto mismo en el que podríamos decir que no hay una psicosis que sea igual a otra, la diagonal de Cantor nos indica una orientación.”[3]
Dos orientaciones enseñantes, al respecto de este primer punto del testimoniar del psicótico, referido a lo que expone Miller, respecto de las transformaciones que experimenta y sobre la elaboración que esboza: Una solución vía el delirio que estabiliza y la psicosis en su máxima singularidad
También asistimos a testimonios sobre la intrusión del lenguaje, la palabra que se impone y la deslocalización del goce, sin haber encontrado aún un recurso que establezca una función de limite. (Laura Valcarce).
Segundo punto: la coyuntura dramática, Este es un hilo conductor que orienta la entrevista en los casos que se pueda localizar. Ese punto que es como el paso del Rubicón, un antes y un después en la historia de ese sujeto que como dice Lacan, pierde el sostén de lo que hasta entonces organizaba su realidad y le daba fundamento a su identidad. Cernir sobre que circunstancias podrían devenir en un sujeto el abismo o empujarlos al filo del precipicio, esto en muchos casos orienta no solo la entrevista, también al introducir ese reordenamiento redirecciona al sujeto así como la dirección del tratamiento en la institución hospitalaria.
Claude Leger decía “la entrevista servirá para ordenar los meandros de estos enunciados. El interlocutor, le permitirá “recapitular, debe incitarlo a hacer esta ordenación, y aquí la clave, me parece, “pero en una coyuntura diferente e inesperada cada vez”[4]. Repitiendo el punto y cambiando su tamaño”, en esa repetición en ciertas preguntas se bordea y algo decanta.
Tercer punto: localizar cuales son los puntos de apoyo de la existencia de ese sujeto que tenemos enfrente y recordaba la referencia de lacan en el seminario 3
“Todos los taburetes no tienen cuatro pies. Algunos se sostienen con tres. Pero, entonces, no es posible que falte ningún otro, sino la cosa anda muy mal. Pues bien, sepan que los puntos de apoyo significantes que sostienen el mundillo de los hombrecitos solitarios de la multitud moderna son muy reducidos en número. Puede que al comienzo el taburete no tenga suficientes pies pero que igual se sostenga hasta determinado momento de encrucijada de su historia biográfica, confronta ese defecto que existe desde siempre…”[5]
Si tenemos que el sujeto -antes del desencadenamiento- construyo una manera de funcionamiento, enseña que lo sostuvo, cuál fue su invención ante lo real.
Cuarto punto: relacionado al tercero pensaría también sobre sus formas de hacer lazo, pues hay en esas rupturas algunos que sirven de soportes y otros que desestabilizan, pensaba en las parejas de Schreber, Joyce, etc.
Quinto Punto: las transformaciones del vacío enigmático. Cito,
“Así pues, el vacío enigmático de la significación conoce una serie de transformaciones: se transforma en certeza, se transforma en certeza de la demanda del Otro, se transforma en certeza en la falta del Otro, y después, es a mí a quien se transforma, porque, si está en mi colmar la falta del Otro, ¿qué soy entonces yo? Refiriendo como ser la mujer o el hijo de Dios”
En otras, las transformaciones, no en muchas oportunidades los pacientes testimonian sobre la intrusión del lenguaje, la palabra que se impone y la deslocalización del goce, sin haber encontrado aún un recurso que establezca una función de límite.
Sexto Punto: Miller acababa muchas veces las presentaciones con una pregunta sobre el pronóstico, como Lacan que, por su parte, preguntaba al enfermo sobre su futuro, “¿Qué hará usted ahora? para acentuar la idea de que el sujeto debe decidir por sí mismo. Es un punto que invito a la conversación. Pues muchas veces también con la respuesta, Lacan termina diciendo, el mal pronóstico que tiene ese sujeto
Y para terminar, recuerdo que los nombres o los títulos que se colocan a los casos, Ana Aromí resaltaba rastrear el hilo del caso, lo más singular de ese sujeto, que era ir más allá del NP. Y que devuelve al primer punto sobre la singularidad.
Retengo hilo del pequeño Pierre que, aunque no fue extraído de una presentación de enfermo, nos enseña sobre la singularidad del caso. ”El niño de los encajes”, de la analista Francoise Kovache .El niño acudía a los encajes como una forma de habitar ese real que se le presentaba tener que habitar lo social. El tener el encaje en el cuerpo lo protegía del Otro. Pierre le dice al analista: “no tengo lo necesario para defenderme, pero trato de arreglármelas”. En su tratamiento se inventa un disfraz imaginario del rey Luis XIV, se viste como los otros niños, pero no sin tropiezos , había una regla, los niños para jugar con él tenían que firmar la carta de ser “los súbditos del rey”, Solución que construye acompañado por un analista que supo escuchar y dio lugar a esta invención.

[1] Briole, Guy, Norte de Salud Mental nro. 19, “Orientarse con el psicoanálisis en la práctica institucional”, pág. 34-40, 2004. Dialnet-OrientarseConElPsicoanalisisEnLaPracticaInstitucio-4830428.pdf.
[2] Lacan, J., De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, Escritos II. Siglo XXI Editores, México,1975. P.553
[3] Esperanza, Graciela. “Psicosis: clásicas y modernas”, Revista Virtualia N0, 34. Año 2018.
[4] Léger Claude. Elogio de la presentación de enfermo. Los inclasificables de la clínica analítica. Paidós, B.A, P.30.
[5] Lacan, J., Seminario III, Paidós, Buenos Aires, P.289.