Dibujar lo real es el nombre del segundo capítulo de un documental del cineasta japonés Hayao Miyazaki, reconocido por llevar la creatividad al límite a través de sus ilustraciones en cinematografía infantil. Miyazaki se deja filmar durante el proceso creativo de su última película titulada Ponyo y el secreto de la sirenita. Sus ilustraciones -tal como funciona en los niños- no llevan la comprensión lógica de las situaciones, refiriere que “las tramas lógicas sacrifican la creatividad”[1] y, por tanto, los niños perderían el interés.
El film no dejará de estar atravesado por la vida del propio creador a pesar de sí mismo. Sus producciones están orientadas por la marca de lalengua particularizada en ilustraciones de figuras animadas que llevan como fin “divertir a los niños, pues la diversión apuntaría a lo vivificante de la vida”, dándole existencia en contraposición al deseo mortífero de no haber querido nacer. Fantasma que imprime como sello en sus creaciones infantiles.
La infancia de Miyazaki se vio empañada por dos eventos significativos: en primera instancia nace con una fragilidad digestiva, para lo cual el médico le augura pocos años de vida; presagio que fija ciertas marcas de goce: debilidad, insuficiencia, inferioridad y un “sin lugar”. Luego, a sus seis años, la madre, fuerte, activa, animada y con cierto modo varonil, sufre una grave enfermedad que le afecta en grado paralizante la movilidad hasta el punto de no poder voltearse en una cama por ella misma, perdiendo la independencia del movimiento al punto de no poder dar un abrazo. Abrazo que se impone a Miyazaki en sus producciones, a manera de dificultad de expresión en los bocetos, para luego exaltar con lujo de detalle y que éste no pase desapercibido en la escena.
Un recuerdo que nunca olvidará deviene durante el proceso creativo. De niño demanda en sus juegos a la madre, que lo cargue al estilo caballito, a lo que esta responde con llanto y en palabras le dice: “no puedo”. Malentendido irreductible a todo sentido común, un exilio sin retorno que se hará presente, cifrando goce en el pensamiento recurrente manifestado como “no haber querido nacer[2]”.
Esto parece haber impreso en su piel un virus del cual padecerá y estampará en los films: Ponyo, una niña que está allí con una fuerza vital, desafiando su destino, animando la identificación en la audiencia infantil. Paralelo a este personaje, también existirá otra figura muy importante, alguien muy animado dentro de la trama, que no sucumbe al destino de alguna incapacidad. En la película está representada por Toki.
Durante la filmación, ocurre algo de lo inesperado: la muerte de su compañera de ilustraciones, mucho más joven que él. Ante lo sorpresivo, irrumpe en él una discontinuidad en el orden que acontecían sus ideas imaginativas y se ve imposibilitado por días a seguir en el armado de las ilustraciones, entrampado en algunos personajes y algunas escenas emblemáticas, por ejemplo, la de un reencuentro de Ponyo y su amiga, en lo que no podía plasmar el abrazo del encuentro; y otra, donde Toki, paralizada en una silla de ruedas, no podía ir a socorrer a Ponyo.
En su cabeza, le golpeaba la idea de la muerte de su compañera expresando: “el trabajo no garantiza la vida plena”[3], real que le viene a desarmar sus creencias de permanencia, juventud y la pregunta, siempre sin respuesta, de cómo la madre pudo vivir una vida plena. Atravesado el impasse, dos escenas: una, el reencuentro de estas dos amigas, fundidas en un “abrazo”, los detalles del deleite en las expresiones, los pliegues de la chaqueta que se abren en el movimiento, es una de las más conmovedoras tanto en el dibujo ilustrado, como en el propio curso del documental. Y la otra, donde Toki vence su parálisis y se levanta, corre por las escaleras a abrazar a Ponyo. Abrazo que incluso quien filma comenta: “ése es el abrazo que Miyazaki le hubiese gustado recibir de la madre”.
Tal como dirá Lacan, “Lo real se pone en cruz para que las cosas anden”[4], Miyasaki bordea lo real de su síntoma en la construcción cinematográfica, un intento fallido de resolver, lo imposible, propio de la naturaleza humana habitado y parasitado por el lenguaje. El psicoanalisis se deja enseñar por el arte, en su relación con lo real ya que bordea y se construye alrededor de un vacío, no evita ni obtura sino que organiza ese vacío.[5]
*Analista Practicante, Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
[1] Miyasaki H. (2019) Episodio 1: Aquí está Ponyo, Recuperado en: https://www3.nhk.or.jp/nhkworld/es/ondemand/video/3004569/
[2] Lacan, J., El malentendido. Psicoanálisis Inédito. Disponible en https://: www.psicoanalisisinedito.com
[3] Miyasaki Hayao., Aquí está Ponyo. Feb 2019.Disponible en: https://www3.nhk.or.jp/nhkworld/es/ondemand/video/3004569/
[4] Lacan J., La Tercera. Intervenciones y textos 2. Buenos Aires. Manantial. Año 2006
[5] Lacan, J. El Seminario Los Cuatros Conceptos Fundamentales del Psicoanalisis. Libro 11. Editorial Paidós. Buenos Aires.2008