En una isla donde vivían todas las emociones, la sabiduría les dijo “la isla se hunde, se hunde, y todas las demás dijeron eso es imposible, como vamos hacer, no estarás equivocado? la sabiduría responde “nunca me equivoco”. Yo no sé qué van hacer ustedes, pero yo conversé con la previsión y juntos vamos hacer un avión y nos vamos a la isla del al lado, les aconsejo hagan algo porque todos los que se queden aquí van a desaparecer para siempre. Entonces todos los sentimientos que habitaban la isla comenzaron hacer unos botes, una barca. La sabiduría se fue junto a la previsión y todos se colocaron al trabajo. El amor les dice, como se van a ir?, no como que la isla va a desaparecer, seguramente es una falsa impresión y allí decidió. La isla se hundía cada vez más, y pensó que si no soltaba esa relación que tenía con la isla , se iba a hundir junto con ella y el amor iba a desaparecer para siempre. Como no había hecho nada para trasladarse, se colocó en la punta de la isla y vio pasar a riqueza, y le dijo riqueza tienes un barco tan grande, yo no tengo barco, la riqueza le responde , si, el barco es grande pero va cargado de oro y joyas y no tengo lugar para ti. Vio pasar al barco de la vanidad y le dijo, que lindo tu barco vanidad, me das un lugar para salvarme, no, mírate tu como estas, todo sucio, rotoso , lloroso afearías mi barco, lo siento y por ultimo pasó la tristeza y el amor le dijo, tristeza hermana, no tengo barco, me llevas, y la tristeza le dijo, yo te llevaría, pero estoy tan triste que prefiero estar sola. El amor se dio cuenta de que por no querer soltar lo que se hundía iba a desaparecer para siempre. De repente escucho un viejito que lo chistaba, viejito de barba muy larga y le dijo, yo te salvo, y se subieron a un bote muy rudimentario, comenzaron a remar y vieron a lo lejos que la isla se hundía completamente, el amor pensó que se había salvado en un último instante. Llegaron a la isla de al lado y el viejito se fue sin esperar que le agradeciera, el amor se encontró con la sabiduría y le comenta, me salvó un viejito que yo ni conozco, como puede ser, y la sabiduría le dijo, sabes quién es, él es el tiempo y solamente el tiempo puede ayudar al amor a a superar una perdida
Cuento por Jorge Buscay.
El tiempo y la contingencia
Lo imprevisto como un suceso contingente, sorprende en sus dos versiones, en su transitoriedad y en su permanencia. Sorprende que luego del hecho las cosas no permanezcan iguales, al respecto acontece cierta prisa por restablecer el orden anterior, un intentar volver a lo mismo como una solución ante el vacío que deja lo anterior. Por otro lado el no manejo de la incertidumbre produce también una variabilidad de soluciones que pueden inducir a la inhibición que causa la incertidumbre del cambio. En otros, cierta inhibición.
Los significantes transitorio y prisa me condujeron a esta lectura, nos comenta Freud que estando de veraneo con su amigo Poeta ,visita una campiña, cito.
“El poeta admiraba la hermosura de la naturaleza que nos circundaba, pero sin regocijarse con ella. Lo preocupaba la idea de que toda esa belleza estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo lo hermoso y lo noble que los hombres crearon o podrían crear. Todo eso que de lo contrario habría amado y admirado le parecía carente de valor por la transitoriedad a lo que estaba condenado,” [1]
El texto de Freud al que hago referencia es al de la transitoriedad año 1915-1916, en este artículo, Freud despliega la diferencia entre las modalidades de respuestas frente a dos miradas del tiempo: el de la desvalorización pensándolo del lado de lo perentorio y el aumento del valor pensado del lado de la escasez del tiempo..
Ante lo incomprensible tal situación, de cómo lo transitorio puede empañar el regocijo de lo bello y contrastado aún más, mirada desde el lugar de un poeta, examina con precisión el manejo del duelo y la perdida evocando que tales posiciones pueden estar movilizadas por el proceso del duelo, resaltando que ante la pérdida o destrucción, la libido puede tomar dos caminos, quedar libre y tomar otros objetos como sustitutos o temporalmente volver al yo. Resalta que ante el dolor de lo que ya no tiene, la libido se aferra a sus objetos y no quiere abandonar las perdida aun cuando el sustituto ya este aguardando.
Esta conversación con el poeta, Freud comenta que tuvo lugar el verano anterior a la guerra. Y hace un pequeño comentario también muy apropiado a lo real de nuestra época y dice.
“un año después estallo la guerra y robo al mundo sus bellezas, quebrantó también el orgullo que sentíamos por los logros de nuestra cultura, ensució la majestuosa imparcialidad de nuestra ciencia…. nos arrebató harto de lo que habíamos amado y nos mostró la caducidad de muchas cosas que habíamos juzgado permanentes”.[2]
Metáfora de este acontecimiento imprevisto, respecto al real que enfrentamos, el cual nos muestra por un lado, la fragilidad de lo humano, el “no todo de la ciencia” pero también lo impensable, que los cuerpos reunidos en sus lazos cotidianos estables, ahora fueran una amenaza para sí mismos y para otros.
El texto de Freud, finaliza proponiendo que el duelo por doloroso que pueda ser, expira cuando hay la renuncia a todo lo perdido y lo devorado a sí mismo, que cuando eso sucede sobreviene un acto, una creación sobre lo destruido basado en un fundamento más sólido. Es decir le da un toque vivificante a eso que pudiéramos decir devastador, tal como la moraleja que nos deja como enseñanza el cuento que precede el texto.
Miller comenta este texto diciendo que ya Freud plantea aquí que el inconsciente rechaza del tiempo sobre todo su finitud, que lo que resulta insoportable y por lo demás imposible de ser considerada para cada uno es la propia muerte, la representación de la propia muerte ubicándose siempre del lado del narcisismo del yo y no del lado del corte que instaura la muerte en vida. De modo que el sujeto no quiere perder nada de una satisfacción primordial. [3]
Por otro lado, contrastamos, la prisa y bien sabemos que el tiempo hace síntoma y que solo es en su relación con el inconsciente que el tiempo se trastorna, el inconsciente no se deja abordar a la velocidad que conviene, por lo que en esta escansión, las respuestas siguen y seguirán siendo singulares.
[1] Freud, S., Contribución a la historia del movimiento psicoanalitico. Trabajos sobre la metapsicología y otras obras (1914-1916). Tomo XIV. La transitoriedad (1916-1915). P.305. Amorrortu Editores.
[2] Idem, p.311
[3] Miller, J.A., Los usos del Lapso Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 240.